domingo, 19 de junio de 2011

Viva el perro

Me ah estado jugueteando la idea en la teleraña que tengo por cabeza, haciendo sus danzas de mosca luego de la película familar, el café con leche, buenas noches y a dormir.

Dejar vivir al perro; sentar cabeza con la mujer más modosita, hogareña y sumisa que se atraviese, tomar la carrera irrelevante de moda, juntar dinero y vivir en la casita de la colina, tener una oficina, comprar un plasma y al carajo los mutaliscos. No tener historia, ser un amable NPC de fondo más, rendirse a los instintos inculcados por crianza familiar y vivir feliz, olvidarse del oponente final (al cuál nunca conocería siquiera) y con al cuál debería enfrentar en combate épico para morir al fin dejando un mensaje transquiversado. Olvidar todo eso y tomar el final acíl y efimero y que el mundo se caiga a pedazos.

La idea es cómoda y se acomoda en las venas, los carneros al matadero son bien alimentados. por esto me da mas miedo, porque no duele; el dolor tiene propiedades para repeler el estupor que no se deben subestimar.

Me moriría y ni siquiera me daría cuenta. La cosa que es Hairo se iría a los 2 días, abandonaría mi ser, dejandolo suspenso de hilos que emulen una alegre danza; se me haría cosa buena, grata y acostumbrada la putrefacción de mi cadaver...

No, no y no. Mejor las voces de la madrugada; manias pervertidas y mal sanas, mutaliscos, caos y delirio; que al cabo si vivimos para morir, no se debe hacer como si fuera tal cosa.

Morir gritando y maldiciendo en una explosión. Así debe ser, así estando muerto creen que uno esta vivo por el eco; de la otra forma uno esta muerto y lo creen vivo y a nadie le importa. Mejor morir gritando.

Y sin embargo...

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