martes, 15 de marzo de 2011

Número 26

Pasaron varias noches. Antes de que volviera a sentir la necesidad de la sangre atormentar de nuevo su ser. Sin embargo, el dilema del contraste entre sangre viva y sangre muerta aún no estaba del todo aclarado.

La sangre de vampiro, sangre muerta, y aquella sensación de paz y omnipotencia; el ensueño de quién ah alcanzado la supremacía. Era algo muy diferente a la sensación de vertigo y adrenalina, de fusión y orgasmo que daba la sangre viva.

El dilema no salía de su cabeza cuando el prisionero entró en el bosque. Su delirio de persecución mancillando los hermosos bosques, su calaña y las manchas en su alma ensuciando el terciopelo de la noche.

Y sin embargo, aunque la necesidad apremiaba, Leanan decidió ignorarlo al principio. Indescisa por primera vez en bastante tiempo...

ÉL sin embargo, parecía mostrar muchisimo interés en el sujeto. En las noches, mientras Leanan recolectaba hongos y germinados para sus pócimas, se podía escuchar al sujeto gritar desde kilometros, y sentir el escalofrío de la inevitable distorción retorciendo cada fibra de cordura que le quedara al tipo. Leanan esperaba encontrar un fruto rojo cualquier madrugada de estas, y comenzaba a impacientarse cuando a la mañana siguiente el prisionero simplemente aparecía en el suelo, jadeante, destrozado física y mentalmente, con espuma saliendo por su boca, y signos extraños grabados en el suelo; pero vivo.

Así era la forma en que el se movía, no le molestaba; ÉL no se alimentaba de sangre, después de todo, sino de algo mucho más vital y necesario, del fruto inevitable y más precioso de cada ser humano. Y podía hacerlo por años, de quererlo.

Sin embargo, la inusual violencia del caso comenzaba a exhasperarle, la tortura directa y excenta de sutilezas a la que sometía al pecador se le estaba haciendo chocante. De verdad que esperaba en cualquier madrugada encontrar un fruto rojo en un árbol, un cuerpo más a la colección.

Pero, su querido simplemente no terminaba el drama, y cuando encontró el primer moretón en el cuello se volvió claro el porqué.

No era ninguna coincidencia la prescencia de un humano transtornado en sus bosques. El lo había traído hasta allí, y EL le prohibía irse (Probablemente el hombre había sido uno de sus predilectos antes de que se conocieran), de la misma forma en que mediante una tortura directa y excenta de sutilezas, le prohibia a Leanan ignorarlo.

EL, le había traído cómida. Y le estaba obligando a comerla.

Pese a esto, por orgullo, por dignidad, pasó unos días más ignorando los gritos del desgraciado, logrando simplemente que las zonas de tortura se hicieran mucho más cercanas a su persona, que la mancha en el cuello de aquel se hiciera más pronunciada.

Podía escuchar los gritos a tan sólo unos metros, ver los árboles agitarse, los frutos rojos pudriendose ya, todo tiempo y espacio distorcionandose, destruyendo a aquella persona. Pero el orgullo le dolía tanto, la idea de ser forzada a alimentarse le minaba tanto como la idea de que le impidieran alimentarse.

"y si tan sólo... ¿sólo un ultimo bocado de vida?... corroborar..."

No terminó su pensamiento, emerguió del bosque, profundas ojeras en los ojos, pálido como muerto, corriendo hacía ella; demente, sin saber si ella era una alucinación, una esperanza, una amenaza; simplemente, necesitando algo más hallá de toda palabra. El miraba desde atrás, el bosque siendo completamente suyo de nuevo, y tantos frutos rojos, tantos niños sonrientes. Requería una respuesta acorde.

Margaret destelló en la roja oscuridad, no recordaba tenerla en la mano. El cerebro de aquel pareció saltar feliz, agradecido al librarse de toda la penumbra, escapando a un lugar muy lejos de allí.

Ella esperó el chorro a presión, el baño de sangre, su pulcra ropa nueva mancillada... pero, sus brazos, sus reconfortantes brazos, sus largos brazos, aquel abrazo que te alcanza doquiera que te encuentres, tomaron gentilmente al desdichado, lo cargaron como quién sostiene a un niño, a un fragil cristal, y con los mismos movimientos dulces lo fueron uniendo a las ramas, el torso dando un pequeño crujido al aceptar el árbol dentro de sí.

Por fin, un fruto rojo nuevo. Creyó verlo sonreír entre los árboles, pero la puesta en escena aún no acababa; seguían en el alma del bosque, en su territorio absoluto. El aún esperaba algo...

Y se dio cuenta. El nuevo cadaver empalado en las ramas del bosque, aún estaba tibio y palpitante, y aún no derramaba una gota de sangre. Quedo un poco turbada ante la insinuación, pero la inexistente sonrisa que él tenía, se pronunció más.

Se inclinó obediente, sonrojada sin saber porqué ante el hecho de que el se tomara tanta molestía. Y bebió hasta la ultima gota de sangre que fue descendiendo de las ramas...

Muy tarde comprendió, que el unico objetivo del regalo, era que ella tuviera las memorias del prisionero torturado más hallá de la muerte por aquel guardían suyo. Esa noche, Leanan finalmente conocío la unica cosa que en verdad podría aterrarla. Claustrofobía.

Prisiones.

Kami (Página suelta)

Dio el salto más tremendo del que fue capaz; rozó varias galaxías en el acto, y algunas animas se quejaron. Creyó rozarla con la punta de los dedos.

Y entonces sintió el peso de la tierra, los mares, la revolución francesa, la revolución robótica, la magía, la sangre, el amor, el odio, el sexo, la vena, el oxígeno, el dinosaurio... sintió el peso de toda su existencia, de toda la existencia; y cayó de vuelta al suelo.

Se estrelló de vuelta en el pasto del borde del espejo, y se quedó no viendo nada arriba de él. Simplemente suspiró. En algún punto era en árbol, en otro estaba besando a alguién, en otro huía, y en otro, yenotro...

Estaba en todos lados, profundamente fusionado con el árbol de hielo, al grado de quizás SER el árbol de hielo.

Y sin embargo, no era ella.

Tomó carrera otra vez, y volvió a saltar. EL resultado fue el mismo, alguno de sus alteregos le recordó los límites, le recordó lo imposible de su tarea.

- Y sin embargo, ella lo había logrado. Porque con eso no se jugaba, lo había visto en sus ojos, ella lo había logrado.

No era que estuviera cansado, harto de sí mismo. No era que anhelara desaparecer. Por supuesto que no era eso, sino todo lo contrario, estaba tan ansioso por existír, que necesitaba alcanzar la No-existencia.

Su ser abarcaba cada tiempo, cada espacio, cada posibilidad. Era omnisciente, omnipresente, y omnipotente. Por tanto, se había perdido de vista, y de paso a ella, que era igual a él.

Pero ella era tan segura de si misma, que ni siquiera se necesitaba a si misma.

Y el quería alcanzar ese estado, pero, desde la existencia, no se podía ver, y por tanto no tenía idea de quién era. Todo era él, todo dependía de él; y por lo mismo, el no podía interferir en nada, no podía ejercer ni siquiera aparición en las historias. Hacerlo sería como un ser humano queriendo jugar con sus pulmones como dos pelotas. La omnipotencia lo hacía impotente, la omniprescencia inencontrable, y la omnisciencia terriblemente ignorante.

Dio otro salto, hacía la inexistencia, más hallá de tiempo y espacio, de la conciencia. Creía que alcanzandola podría disolverse en esta, desaparecer absolutamente y encontrarse a sí mismo, cómo lo hizo al cumplir el ultimo requisito para su existencia.

Entonces, si podía volver; o si algo quedaba, se volvería como ella, y no sería él, sino que sería verdaderamente EL, y querría devorarse a sí mismo, tal como ella trataba, ella que también abarcaba el todo, y a quién sin embargo nunca había visto mas que una vez, por accidente.

lunes, 14 de marzo de 2011

Culebras negras

---Desde algúna Arquilla---

Arriba hacen su nido
negras serpientes de ideas
que se enroscan y retuercen
ziseando sin cesar
disparando por las luces
su veneno, que entra
por los ojos
Y hace soñar
sobre mundos nunca vistos
sobre hazañas efimeras
que algún día alguién
materializará

Abajo el hedor de las explosiones
llena el ambiente
y en la dominical mañana
se escucha el eco
que precede a la batalla
de los cientos de soñadores
que vendrán a viajar.

me encuentro expectante, al acecho
vigilante guardian
si yo no lo permito
ellos no lograrán pasar.

De voces y luces
de eso se trata todo.
Voces qe escucho a lo lejos
y luces que adivino.
Seres efímeros destinados
a la eternidad; en una hora
cuarenta minutos.
Menos o más

El celuloide a la tinta, después
de todo, debe respetar.
Alguien debe mantener en los jovenes
corazones, un recuerdo de la falaz
verdad.
Un sueño.

Aquí se venden sueños y pesadillas
que duran una eternidad, ciento cuatro minutos.
Aquí contemplas aquello que deseas
y no quieres.
Orgulloso estoy de decir
que trabajo donde se vende
un escape más, de la falsa
realidad.

Y tristemente, refrescos a
30.50$

Acrónico

---Desde algún gimnasio, en uniforme rojo y azul---

Fluye terrible
incontenible
inconmesurable...

Arrastra y
despedaza
al absoluto
qu quedó
inmerso en él

¿qué es esto?
¿por qué se ah vuelto contra mí?
¿cómo puedo hacerle ahora frente
al monstruo que ah
destruido hombres, imperios y
montañas, sin siquiera proponerselo?

¿cómo contener lo incontenible?
¿cómo safarme de esta
jaula de cronos a la que
nos ató el simple hecho de
existir?

¿cómo dominar el miedo
mas absoluto del hombre?

se acaba
me arrastra
se lleva todo
al carajo y a la
oscuridad.

la estallante oscuridad
hacía la que corre
a prisa.
Ansioso de despedazarse
de acabarse
y arrastrar con él
no al final, pues el lo marca
sino a la nada
a todo lo que atrapó con él-