lunes, 11 de abril de 2011

Carta de medianoche

Típico, primera noche en meses (¿años, quizás?) en que intento dormir temprano, y el maldito calor no me deja. Leía antes de desistir por completo en mi afán de dormir que los animales están naturalmente "programados" por así decirlo, para responder siempre de cierta forma determinada ante un estimulo determinado; ignorando todo lo demás. Es decir, un poyuelo de gaviota picoteará un punto rojo en cuanto lo mire, así esté en el pico de su madre o en la rodilla de una niña; y un Hairo caerá dormido ante una lección de matématicas, pero nunca ante la oscuridad y comodidad de una cáma antes de las 2:30 de la mañana.

Me gustaría que tuvieras internet. Así en la madrugada te contaría mis penas, hablaríamos de cosas morbosas que te sacarían de onda, jugaríamos a que somos bohemios simplemente porque es de noche y estamos despiertos disfrutando un placebo de nostalgica intimidad a través del monitor en esta madrugada. Hablaríamos de miedos y esperanzas, de música, de capoeira y quizás de starcraft.

A punto de dormir, diría que fuiste la mejor, que nadie se te compara y que tu y yo habríamos redimido a Adán y Eva, reviviendo la pureza y perfección del paraíso perdido, quizás llore, quizás te quiera robar un beso. Serás prudente y condescendiente ante mi egoismo e hipocrecía.

Darán más de las 3 y te irás a dormir, te despediré amablemente. Sé que mañana despertaras con pereza, rezarás y seguirás floreciendo. Con miedos e inseguridades, llena de defectos, pero más viva que nunca, más humana que nunca. Yo seguiré aquí, me sabré sólo y querré llorar, me sabré atrapado y querré que todo termine y quién sabe que pase entonces. ¿quién lo sabe querida mía?

No hay respuesta.

No hay comentarios:

Publicar un comentario