jueves, 22 de diciembre de 2011

Helvética Sofía Collette Nigerrousa I

 Creo que aún no me reconoce. Aún no reconoce ni acepta nada, busca salirse en las noches pero siempre acaba durmiendo en la misma cama. Poco a poco aceptando su destino.

 No planeo controlarle nada. Es algo que tengo en común con los gatos, el disfrute de una extraña soledad compartida. Son animales orgullosos, inteligentes e independientes, y por ello siempre los prefiero como compañeros. Estás siempre en el mismo cuarto con ellos, pero cada quien puede ir a su rollo hasta que uno quiera acercarse al otro. Y su ronroneo calma el corazón, filtra la melancolía de la nostalgia, aleja a los fantasmas, deja paso a la tarde ociosa. Es tradición familiar tener al menos un gato en la casa, y era cuestión de tiempo para que alguno nos encontrara, aún aquí en mitad de la ciudad. Nos han de creer Egipcios reencarnados, o presentirán que en la familia casi todos son Leo; y de una forma u otra, aparece un gato en la puerta. Maúlla, con hambre y esa carita felina. Se le deja leche o croquetas una noche por caridad, la siguiente por humanidad, la tercera por incomodidad, la cuarta por costumbre y duerme adentro por cariño. Así le pasó a Helvética.

 Aunque animalillo mas Ad Hoc no nos podía tocar. Ezquisoide, paranoica, orgullosa y sin embargo tan vulnerable, tan necesitada, y cuando baja la guardia tan alegre. Tomo semanas de croquetas y "bicha bicha" para que finalmente se dejara tocar, y fui yo el honrado. Y sigo siéndolo, el único con quien se deja agarrar a la primera, o con quien huye con menor frecuencia. Y como cada que algo nos acepta, se procede a llamarlo "propio".

 Así que es mi gata.

 Sin embargo, no debería poder salir en las noches. Pronto tendrá crías después de todo, no sabemos exactamente cuando ni como pero queremos estar seguros del donde.  Porque fue este incidente el que hizo ceder la humanidad de mi madre para permitirle quedarse en definitiva y dejarle ponerle nombre. Una gatita callejera, muy joven, y a punto de parir, en invierno. Hubo unos cuantos "Pues ya que" Y la promesa de esterilizarla luego de la primera camada.

 Me pregunto que siente Helvética al respecto. Sé muy bien que lo sospecha, que sospecha el cambio, que se sabe madre pronta y que antes sólo podía dormir adentro cuando por accidente alguien se olvidaba de sacarla. Ahora más bien se le encierra para que duerma.

 Sospecha el cambio, pero no creo que lo sepa. Que ya tiene dueño, pero algo sospecha; y aún no encuentra como reaccionar. No sabe si es bueno o malo pertenecer a alguien cuando se viene de la calle, y por ello se escapa de la casa cuando alguien le abre la puerta, pero ronronea cuando la acaricio mientras duerme en el sillón. No sabe que días están por terminar, si los de huir de perros y de autos, y cazar la comida; o los de contemplar la luna la noche entera, corretear aves y subirse a árboles. El animal pone sus instintos y su supervivencia en balanza y aún me huye a veces, pero no demasiado. No como antes.

 Se doméstica, y me pregunto que siente.

Por eso le doy su libertad. Pero a la vez sé que se le debe de cuidar, cuando algo es tuyo ganas el terrible poder de tener que asegurar su bienestar. Por eso no sale, por eso se le va a operar y a vacunar, y por eso nos quedaremos con ella, pero no con los gatitos. Una vez que no dependan de su madre, ellos se irán. Pero Helvética conservara su familia humana. Extraña compensación...

 Supervivencia y Humanidad.

Duerme. duerme mi Helvética Collete Nigerrousa I, "Tica" cuando te hablo para comer, Helvética cuando te escribo, y el nombre entero si llegas a orinarte adentro de la casa.

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